Velando para que descansen el tiempo necesario y hagan una buena organización y planificación del tiempo de estudio. Deben tener un horario diario concreto.
Fomentando la organización: antes de ponerse a estudiar deben preparar todo el material necesario para evitar pérdidas de tiempo y tenerse que levantar posteriormente.
Procurando que el lugar de estudio sea tranquilo, bien iluminado, ajeno a elementos distractores (música, T.V...), con una mesa y una silla confortable.
Recordándoles que deben seguir las técnicas de estudio adecuadas a cada asignatura y tarea.
Motivándoles para la lectura placentera diaria de libros, prensa, revistas...
Demostrándoles que una buena organización del tiempo permite que el estudio diario pueda compatibilizarse con actividades deportivas, culturales, lúdicas y con el descanso necesario.
Ofreciéndoles colaboración sin suplantar su trabajo.
Creando en casa un clima familiar afectivo y motivador.
Elogiando sus éxitos y logros.
Valorando positivamente sus esfuerzos y cualidades personales.
Aceptando incondicionalmente sus limitaciones y defectos.
Tratando a cada hijo según su modo de ser.
No comparando nunca los éxitos o fracasos de un hijo con los de los otros.
Proponiéndoles metas y esfuerzos posibles y realistas.
Preocupándose de ellos como personas y no sólo como estudiantes.
Evitando proyectar sobre ellos sus propios temores y ansiedades, no queriendo compensar las propias frustraciones con los posibles éxitos de ellos.
Orientándoles, nunca imponiéndoles, en cada una de las opciones que tendrán que hacer a lo largo de su vida de estudiantes.
Respetando las decisiones que tomen después de haberles consultado.